Descubrí que pocas cosas me emocionan tanto como el ruidito del agua hirviendo cayendo en la tetera (o en el termo, o en una taza). Lo digo enserio. La otra mañana hasta me puse a llorar de cuan llena sentía mi vida en ese momento. Y a la mañana siguiente me agarró tal repulsión por ese sonido que tuve que dejar de servirme y conformarme con un té chiquito. Por suerte después volvió la sensación de plenitud.
Cachito, ese es mi "momento Jorge".
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